EL COMPLETO BENCINERO, UN PLACER CULPABLE, UN ALIADO INVOLUNTARIO
Escribir un artículo en defensa o en contra
del omnipresente hot dog de bomba de bencina, completo bencinero, especial
salsas o como quiera llamársele, es un difícil ejercicio de criterio. Pues nos
pone en el podio de la inconsecuencia a sabiendas que el mentado comestible es
un producto ligeramente despreciable, pero que por otro lado engullimos sin el
menor asomo de asco o reticencia ética. La conciencia y la educación se baten a
duelo con el instinto al entrar en el servicentro, porque este tentempié no
figura precisamente en el olimpo del universo paralelo conformado por
cocinerías, picadas y locales de comistrajos informales.
Es más, este hijo
ejecutivo y poco bronceado del hot dog es débil por donde se lo mire, inconsistente,
amanerado y con sabor a institución. Sea en el lugar que sea siempre tiene el
mismo sabor, el pan tiene una consistencia francamente química más propia de la
rama de los polímeros y espumas de absorción de impactos, que de la familiar y
ultra conocida crujencia del pan. Desde la primera mordida se reemplaza la
sensación de saborear trigo, panadería y horno, por enlaces covalentes, tubos
de ensayo y cadenas moleculares elásticas.
Por otro lado sus salsas, en el así
bien llamado “especial salsas” (siendo muy “especial” por tener sólo salsas,
nada sólido salvo la salchicha del tipo vienesa) constituyen el muy necesario
“remoje” que lubrica esa especie de poliuretano susceptible de ser digerido que
es el pan del italiano bencinero. Las susodichas salsas vienen todas envasadas;
mayonesa, ketchup, mostaza, sucedáneo lechoso y blanquecino de palta, y en
algunos afortunados casos sucedáneo de salsa tártara con fragmentos traslúcidos
de lo que pudiese ser cebolla perla picada en Brunoise. Éstas se
aplican al pan por un sistema de bombeo que es un desafío de coordinación y
obliga a tomar preferencias entre una presión constante con su consiguiente
vertido homogéneo de la salsa, o un correcto patrón ondulante de condimento
similar al de la foto publicitaria. La salchicha, vienesa, fiambre o embutido
en algunos casos presenta un saludable aspecto tostado, pero no se sabe si esto
es producto de una pareja y correcta cocción o se debe a un proceso de
degradación iniciado por un largo paseo en los rotores tubulares.
En resumen, estamos frente a un comestible
francamente cuestionable, pero horror, al mismo tiempo inevitable. Por sus ya citadas
cualidades-defectos, el italiano bencinero no se constituye precisamente como
una amenaza al tradicional italiano. Es al rubro italiano, como las papas
fritas envasadas son al rubro papa frita de fritanga…no le hacen mayor daño. Es
un derivado, otro producto, por cierto irresistible a la hora de viajar por
carretera, que finalmente revaloriza y resucita la añoranza primigenia por el
ancestral italiano.
Tomás De Iruarrizaga
“Catador
Honoris Causa de Hot Dogs”, Royal College
of Arts, Edimburgo.
Autor de
“Ave palta, una traición a la tradición”, estudio independiente realizado por
el Insituto gastronómico del Politécnico de Kiev.
Autor del estudio“Manifestaciones culinarias en la cultura vernácula latinoamericana”,
Universitat de Catalunya.
Catador amateur y editor en jefe del semanario“El Chucrut, Amigo del Norte”.
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