CECINAS SOLER (CURICÓ)

"CECINAS SOLER"   6,5

$1500
Longitudinal Sur Km 189, Curicó
(75) 545580

De entre los escombros de una de las ciudades más terremoteadas del territorio nacional se irgue aún altivo uno de los emblemas patrios más connotados de las paradas camioneras, hambruna post-vacación, apetito pre-fin de semana-familiar, inanición carretera, etc… las Cecinas Soler.

Se rumorea que si este local hubiese estado en medio de nuestra cordillera nacional no sólo los uruguayos de Viven se hubieran salvado de comer carne humana, sino que también 1300 de los 2000 soldados muertos de Diego de Almagro habrían podido saludar personalmente a sus amadas luego de descubrir este país.

Nada mejor que el espectáculo que nos ofrece al momento de acceder este héroe de las ponzas transportistas de nuestro país : en la esquina roja se exhiben cientos de majestuosas piernas de todo tipo de cerdos, colgando como trofeos de safari algeriano. En la esquina azul, aguardan inquietas al pedido fugaz del hambriento viajero las mejores tías sangucheras que han pisado nuestra carretera, usando el ya tradicional delantal blanco (por desgracia inmaculado) que remueve las tripas de cualquier catador experimentado (hemos llegado a pensar que el unirlas en matrimonio con los maestros sangucheros del Guatón podría desencadenar en la fundación de un nuevo estado independiente).

Hacemos nuestro pedido y comienza la batalla. Como dos ejércitos que pelean por placer empezamos el mano a mano contra este magnífico ejemplar de peso y temperatura dignas de considerar, palta molida con la rudeza y suavidad necesaria para obtener la densidad óptima para ver como cada micro-gránulo de palta tiene el encuentro más gratificante con nuestras papilas y pupilas gustativas.
En las décadas de catación que glorifican nuestros páncreas esta es la primera vez que se le da perdón imperial a un Italia que no comparte su salchicha en el primer mordisco. Y las razones son dos: primero la calidad suprema del pan amasado, hecho con el amor que sólo puede dar una dueña de casa, don Martín y una panificadora rural, que llenó nuestras bocas en el primer mordisco y segundo, la sorpresa salomónica que significó probar la cecina de la casa en el segundo mordisco.

Con un corte regular en prácticamente toda su extensión, presentando incrustaciones de tomates cual rubí en lava volcánica (por violenta que les resulte esta imagen a algunos) este Italia queda, junto a Gian Lorenzo de Medicis y Rafaela Carrá, en el salón de la fama italiana.



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